El abuso sexual en cárceles, contado en primera persona
Aunque los criminales van a la cárcel para cumplir con el castigo que les corresponde por lo que hicieron, no merecen malos tratos ni puniciones que vayan en contra de los más elementales derechos humanos.
John, de 20 años y ascendencia afroamericana, se animó a contar el infierno que vivió en la cárcel Richard A. Handlon, en Michigan, luego de ser condenado por allanamiento de morada.
El aspecto joven de John ya lo hizo ver como presa fácil para los prisioneros, que rápidamente comenzaron a mandarle cartitas con unas cuantas sugerencias sexuales para practicar con él. El primer abuso se produjo una noche en la que un recluso llamado David le bajó los pantalones y lo violó durante siete minutos seguidos, algo que volvió a hacer en reiteradas ocasiones.
Con el tiempo, muchos otros los reclusos se sumaron a la ronda de abusos y los oficiales del lugar comenzaron a burlarse de él. Cansado del acoso, John decidió ofrecer sexo a cambio de protección, algo que al menos durante un tiempo le permitió estar más tranquilo.
Hoy, gracias a las acciones legales de un equipo de abogados, su vida encontró calma. Sin embargo, sigue pagando el costo de las incontables violaciones sufridas: dice no sentir deseos sexuales por ningún sexo.
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FUENTE: www.elconfidencial.com
IMAGEN:GongTo, Dabarti CGI; Shutterstock