Las monjas que mataban para lavar pecados
En Irlanda, a partir de 1765, comenzó a funcionar una institución que proponía dar la oportunidad de “reformarse” a las mujeres que hubieran cometido alguna falta grave (en ese momento, esto era casi cualquier cosa: embarazarse, ser rebelde, pretender un empleo “masculino”, mendigar, viajar en tren sin boleto, etc.).
Se trataba del Asilo de las Magdalenas (como se lo llegó a conocer), que durante años, sin que nadie lo sospechara, mantuvo a las mujeres en las condiciones más degradantes de humillación, maltrato, explotación y abuso.
El reformatorio era dirigido por monjas encomendadas a la figura de María Magdalena. Las mujeres llegaron a ser tantas, que la institución creó una fuente de sustento para reclusas y religiosas: una red de lavanderías, donde mujeres de toda edad eran obligadas a trabajar sin salario.
Las lavanderas de las Magdalenas no eran tratadas si se enfermaban, eran humilladas a través de actos denigrantes, no se les permitía hablar, eran azotadas ante la menor falta, tocadas por todo aquel que tuviera ganas (incluso las hermanas), muchas veces abusadas y, por supuesto, tenían prohibido el contacto con el exterior, de modo que no había forma de escapar de su tormento.
Cuando, finalmente, en 1993, una de las congregaciones vendió parte de su convento a una inmobiliaria, se encontraron ahí las tumbas de 155 internas, que habían sido enterradas en secreto. Fue entonces cuando estalló el escándalo y el Asilo de las Magdalenas cerró para siempre.
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Fuente: culturacolectiva.com
Imagen: Shutterstock, Inc.