10 perturbadores datos sobre los embarazos en prisión
Cuando una mujer piensa en tener un hijo, se puede imaginar comprando ropa maternal, juguetes y disfrutando ese momento tan especial junto a su familia. Pero, ¿qué sucede cuando en lugar de lucir un vestido de maternidad, su estilo es un mono… de prisión? En los Estados Unidos, entre un 6 y un 10 por ciento de las reclusas están embarazadas, lo que significa que 1400 bebés nacen tras rejas de la prisión.
Aquí te contamos diez duras verdades sobre este fenómeno:
1. Hay mujeres que ni siquiera se dan cuenta de que están embarazadas, porque al entrar a prisión se sienten descompuestas o estresadas, y los médicos tienden a decirles que se debe sólo a una gripe estomacal.
2. Son obligadas a usar cadenas en sus panzas y esposas en las muñecas para hacerse los chequeos médicos. Warner, una reclusa estadounidense que padecía diabetes, tuvo que controlar su embarazo de riesgo en el hospital y afirma que fue muy humillante la forma en que la revisaban por completo, poniendo cadenas sobre su panza.
3. Hay pabellones destinados a las embarazadas, lo que demuestra que los jueces no tienen reparo a la hora de meter en celdas frías a las mujeres que esperan hijos.
4. Participan de clases de preparto y de terapia de grupo para hablar de temáticas como la maternidad, el abuso de sustancias, la violencia doméstica y los cuidados durante y después del embarazo.
5. Las mujeres que tienen a sus hijos en prisión lo hacen solas, es decir que ningún familiar las puede acompañar durante este duro proceso. Su familia ni siquiera se entera de que está teniendo al bebé hasta después de salir del hospital. Además, durante todo el parto hay guardias controlando a la reclusa.
6. A pesar de que las mujeres están agotadas y doloridas después del parto, los guardias no dudan en esposarlas, media hora después de haber nacido el bebé. Así, incluso cuando están con su hijo en brazos, están rodeadas de cadenas. Legalmente no hay leyes que obliguen a esposarlas.
7. Las mujeres vuelven a la prisión en estado de shock, porque a sólo 24 horas de haber tenido a su hijo son recluidas sin sus bebés. El dolor es tan grande que muchas de ellas terminan recurriendo a las drogas para aplacar su depresión. Hay mujeres que alcanzan estados psicóticos de tal magnitud que terminan siendo internadas por intento de suicidio.
8. Nada les asegura que podrán quedarse con sus hijos. De hecho, si pasan dos años presas después del parto, legalmente los niños pueden entrar en el sistema para ser dados en adopción o en hogares de tránsito para jamás volver a verlas. Ellas pierden su derecho legal sobre las criaturas.
9. La única forma en que las prisioneras pueden darles leche materna a sus bebés, es si el hogar en el que el niño reside queda cerca de la prisión y algún familiar está dispuesto a buscar la leche congelada que la mujer se quite de sus mamas.
10. Son vulnerables a padecer desórdenes mentales durante el postparto, debido al trauma que les genera el separarse de sus bebés. Ni siquiera cuentan con el servicio médico que cualquier mujer debería tener en esa situación. Psicosis y depresión son sólo algunos de los cuadros que la traumática separación puede generarles.
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Fuente: everydayfamily.com
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