El asesino que destrozó al 'intocable' Eliot Ness
Eliot Ness obtuvo fama internacional cuando el mafioso Al Capone fue finalmente condenado a la cárcel por evasión de impuestos. Corría el año 1931, y Ness había protagonizado una incansable guerra contra la mafia de Chicago. Era, sin lugar a dudas, el héroe nacional.
Y como tal llegó en 1935 a Cleveland, ciudad que le había nombrado director de Seguridad Pública, con gerencia sobre todos los cuerpos, como la policía, los bomberos o protección civil. Su misión era luchar de nuevo contra el crimen organizado y el juego ilegal, pero se enfrentó con un caso totalmente distinto: el primer asesino en serie de Estados Unidos, que le mantuvo en jaque y acabó con su fama de eficacia.
Los dos primeros cadáveres se trataban de dos hombres, uno de ellos identificado como Edward Andrassy y el otro sin identificar. Ambos, sin brazos ni cabeza y, en el caso del primero, con los órganos genitales también cercenados. La prensa, así, lo bautizó "el Asesino del Torso".
La angustia se apoderó de la comunidad cuando 12 cadáveres de ambos sexos fueron apareciendo, en su mayoría, decapitados y mulitados. La presión de la sociedad llevó a Ness a involucrarse personalmente en la investigación.
Una agente a sus órdenes, Virginia Allen, le había llamado la atención sobre Francis Sweeney, un médico con problemas psicóticos que tenía los medios y la capacidad para hacer las trabajosas manipulaciones que sufrían los cuerpos.
El problema era que Sweeney era sobrino de un famoso congresista, y pertenecía a una de las familias más poderosas de Cleveland. Aún así, Ness lo interrogó en una habitación de hotel durante largas sesiones, en las que Sweeney enfrentaba sus preguntas con una media sonrisa y sin responder realmente. Dos pruebas con el polígrafo indicaron que mentía. Cuando Ness llegó a acusarle directamente, él contestó, divertido: "¿De verdad cree que soy el asesino? Entonces, pruébelo".
Ness nunca pudo reponerse de este caso. Sweeney se autorrecluyó en un psiquiátrico, lo que en la práctica hizo imposible que pudiera ser juzgado, y desde allí se dedicó a martirizar a Ness hasta la muerte de éste, enviándole constantemente postales en las que se burlaba de él por no haber resuelto el caso. Ness acabó dejando el puesto en 1942, con el prestigio totalmente arruinado y cayó en un grave pozo de depresión y alcoholismo.
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Fuente: http://www.elespanol.com/
Imagen: Facebook